Estoy en Colorín Colorado, día largo y difícil. Algunas buenas noticias, otras difíciles de solucionar. Bendiciones y Pruebas. Alegría por la mañana, tristeza por la noche antes de dormir. Mucho trabajo al medio. Estoy empezando a reconocer una condición que nunca antes había tenido: itinerante, viajante, nómade. Es una situación extraña, uno tiene dos hogares en uno se viven ciertas reglas en el otro otras reglas muy diferentes, hay unas terceras que unen uno y otro lugar. Un matrimonio con dos casas y visitas frecuentes en la casa de ella. Mucho mas eventuales en la casa de él. Tiempo para estar a solas y en pleno contacto con la naturaleza y tiempo para compartir con familia, clientes y amigos en contacto con el cemento y el calor de la Ciudad. Un hombre dividido y al mismo tiempo un hombre ejerciendo parte de su esencia bipolar. Otra vez dos polos: Campo y Ciudad, contemplativo y activo, solo y casado, ermitaño y sociable, alegre y triste, bondadoso y enojado, valiente y miedoso, espiritual y materialista, social e idividualista, y así un montón de otras polaridades y la Unión? Donde esta la unión que lo amalgama a todo?
Es un gran tema que aún no lo he descubierto, pero la clave parecería que esta rumbeando por la frase de Aristóteles: el justo punto medio entre dos extremos. Una realidad? Un sueño? Un desafío? Un camino? Una disciplina de todos los días? Creo que es todo eso un poco. Ahora bien... después de tantos años de bipolaridad estoy lejos de tener una mirada única, siempre tengo al menos dos perspectivas y de la meditación surge la globalidad y la unidad. La unicidad comprende la contradicción. La cosa es verdaderamente hegeliana, afirmación y negación, tesis y antítesis para que surja una nueva afirmación o tesis y así indefinidamente hasta el Cielo, ese si el Absoluto Lo Unico. Algo del mas allá, no del mas acá dual. Aceptar la dualidad es imprescindible y buscar la unidad también es imprescindible.
