lunes, 17 de octubre de 2016

SOBRE EL ABANDONO DE LAS RELACIONES TÓXICAS

Estoy pensando sobre el abandono de las relaciones tóxicas y la crítica que les hice en mi post de ayer.
Quiero aclarar, que en mis relaciones tóxicas están esos supuestos amigos de más de una década que padecen enfermedades mentales graves, como esquizofrenia y bipolaridad.
Me hallo desilusionado, exceptuándolos a mi gran amigo y casi hermano menor; Baltasar Ferrer, y luego, mi ahijado de confirmación; Dante Flamini, mi antigua amiga, Antonella Nunziatta y la que viene convirtiéndose en una nueva amiga; Guadalupe Medina Allende.  Todos éstos pacientes, luchan a diario con su negativismo, han ido superando sus disfunciones, encontrándose estudiando, brindando conferencias y trabajando. Son verdaderos luchadores.
Los vínculos tóxicos son todos esos otros que llevan casi 15 años de rehabilitación y no han podido superar ni lo más básico de la reinserción socio-laboral, justamente por su negatividad y el mundo de fantasía adolescente en el que viven. Además otros contemporáneos, incluso mayores, con quienes iniciamos nuestro tratamiento en común por allá en el año 2001 y que quedaron a mitad de camino, no habiendo podido superar, sus vicios, sus fobias, y los males mas grandes de sus patologías.
Dios nos quiere a todos sus hijos y también quiere y protege a estas personas que han persistido en su disfuncionalidad e incapacidad. 
Durante muchos años trabajé como abogado social en una interdisciplina, más o menos coordinada, en pos de su mejoría y la obtención de ciertos beneficios sociales y previsionales y de familia. Éste fue el servicio social al que hacía mención en mi post anterior. Creí que esa era mi auténtica vocación y a ella me aboqué durante muchos años de mi vida, habiéndome iniciado incluso mucho antes con otro tipo de grupo vulnerable cuando todavía trabajaba en Tribunales; la minoridad en riesgo.
El problema con estas personas, no es atribuible a su personalidad, ya que en definitiva, sus enfermedades se les han desencadenado en la niñez o la adolescencia, y su mayor dificultad es que nunca terminaron de forjar esa personalidad o ese "yo", como se le suele decir desde la perspectiva psicológica.
Por eso es que muy por el contrario de ser "malas personas", ellas en realidad son víctimas de sus padecimientos y condiciones socio-ambientales.
Es por esa situación de que son en realidad víctimas, que siempre me compadecí de ellos y traté de darles una mano desde mi técnica jurídica y desde mi humanismo, dado que gracias a Dios, a pesar de ser yo también persona con trastorno bipolar grave..., a mi se me desencadenó mi enfermedad cuando ya tenía bien constituida mi personalidad y había adquirido ya un complejo sistema de principios y unos estudios y formación de muy buena calidad. Siempre me sentí privilegiado y por eso quise realizar mi aporte para tratar de ayudar con la problemática y así sentirme útil.
En definitiva, lo que trato de expresar con esta especie de mea culpa es que estas otras personas, no son bajo ningún punto de vista: "personas tóxicas". En la realidad más verdadera, no creo que existan personas tóxicas.
El problema se me suscita cuando a partir de los cambios de intereses que vengo descubriendo, fundamentalmente a partir de este año, intereses  que van en pos de un progreso en todos los niveles, de un aumento de nuestro patrimonio a los fines de lograr una determinada trascendencia "a la burguesa", de la idea de que la realización de nuestros sueños es una realidad posible de alcanzar, y principalmente el hecho crucial de que en este segundo tiempo de mi vida, ya no quiero dedicarme al Servicio Social por lo desgastante que resulta y por las muy pocas satisfacciones que se obtienen. Este cambio es también el resultado del comienzo de un retiro progresivo hacia el campo y las sierras, ya pensando en la recta final de mi vida, en donde anhelo más satisfacciones, que sentimiento de utilidad y solidaridad. Es una etapa ciertamente mucho más individualista que la anterior, un individualismo generacional y hasta cierto materialismo, que me ha costado muchísimo reconocer como constitutivo también de mi personalidad y que ahora no quiero continuar negándolo más, sino por el contrario, vivenciarlo y explotarlo.
Este cambio "de vida" que ha comenzado con este cumpleaños 46 y que se venía gestando desde el año 2012..., es un cambio hacia una especie de "autorecompensa" y por otra parte, también implica un importante descanso de las situaciones que me han provocado por tantos años; estrés.
Es por todo lo que estoy explicando, que considero cabalmente que no existen personas tóxicas, sino "relaciones tóxicas" y que generalmente tienen su fuente en padecimientos psiquiátricos o psicológicos, tanto de uno como de los demás, y cuando a uno le cambian los intereses en la vida y ya no quiere continuar realizando servicio social, esas relaciones toxicas verdaderamente lo terminan deteniendo en el camino hacia la concreción de los nuevos sueños o del reflote de esos viejos sueños olvidados con los que uno mantenía una vieja deuda y que pertenecían a sus épocas de juventud, cuando estaba mucho menos intoxicado por el "Drama Social".
Entonces reitero: No echo culpas a nadie, solo yo soy responsable de mi cambio, siento que los 25 años en que estuve trabajando para el Servicio Social Privado, fueron ya suficientes, Ahora aspiro a metas mas concretas y materiales, a las que también les iré descubriendo de a poco su simbología, su sentido trascendente y hasta su sentido mítico y místico. Mi cambio va en la dirección de un retiro progresivo, tanto de mis ocupaciones, como de la vida, la "cuestión social" seguramente la seguiré tratando en mis oraciones, en una vida más contemplativa, en el orat et labora que se practica en los monasterios, en el silencioso refugio y consejo que puedo brindar a quienes vayan a mis casas a buscarlo. Y buscaré además ahondar en mis relaciones nutritivas, para continuar creciendo entre todos, dejando de lado esas otras relaciones tóxicas que tanto desnutren y desgastan.
  

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